viernes, septiembre 07, 2007

¡¡SEÑOR, ME DA UNO SIN VERDURAS!!


Historias de maracuchos perdí'os


Esto pasó calientito, en pleno Complejo Turístico El Morro de Lechería, ante la mirada de alrededor de 30 personas que, desesperadas, se engullían sus perritos, a la par de que se saboreaban la tremenda vergüenza que pasé con el susodicho "perrero" (en lenguaje oriental, el típico perrocalentero).

No sé por qué llega un momento de mi rutina en estos lados venezolanos (Puerto La Cruz) en el que se me olvida por completo que no estoy en mi querida Maracaibo. Aquí te siguen mirando raro porque teneis el tonito cantao, como si a los orientales se les entiendiera todo faciliiiiiiito. Esa mirada te detiene un poco el trote, y vuelves a tratar de hablar "sin acento", como para que dejen el fastidio, pero siempre se te salen las raíces.

Mis sobrinas (las de Juan), tan maracuchitas ellas, ya tienen tres semanas con nosotros. Obviamente tienen arraigado en el habla a la Chinita, El Puente y el Relámpago del Catatumbo. Y eso, señores, se pega. Pero estando en casa no hay peligro. El problemita se presenta cuando te adentras en los suburbios de la ciudad y más, cuando te dispones a hacer una actividad tradicional como lo es comer perros calientes.

Llegamos a que el señor que vende perritos cerca de la Marina Américo Vespucio. Y las muchachas hambrientas. Ninguna otra mejor opción cuando se trata de adquirir estos productos a bajos costos (precios muy solidarios)para abastecer "cargas pesadas".

Ahí usted llega, pide su perro y en menos de 5 segundos le entregan el pan con una salchicha medio a medio. Y vaya si se encarga usted de seleccionar lo que lleva adentro esta delicatés, pues tiene una bandeja de la que puede extraer: cebolla picadita, repollo ralladito, papitas y otros aderezos para escoger.

Pues bien, esta noche estaba ese kiosco lo que se llama FULLLLLL. Tan full que el que llegaba era visto de mala manera porque tenía que esperar unos cuantos pedidos para comerse su bocado. A Juan no se le ocurrió otra cosa que preguntarle al perrero que dónde agarraba su número para ser atendido. (¡Dios! -pensé- Trágame tierra, que no haya ningún alumno mío por aquí).

Miré a todos lados, y cuando me di cuenta de que no había peligro de ser asediada por algún conocido en cuestión, me dispuse a preguntar a todo el mundo qué iban a pedir para comenzar la ronda. Más vale que no. Yo esperaba que todos dijeran: "un perro", y aunque todos pidieron éso, la excepción fue María Paula.

Mi sobrina de 11 años se antojó de una hamburguesa de pollo. La bulla crecía, el vapor del carrito de perros calientes también, sentía que todo el mundo me miraba esperando mi último pedido. Todo fue transcurriendo como en cámara lenta. Frente a mí, el señor de los perros bataqueaba las pinzas de sacar las salchichas con intriga y yo, esperando las últimas palabras de María Paula. "Carola, pídemela sin verduras".

Repetí como un loro. Ése fue mi error. ¿Cómo iba yo a pedir una hamburguesa sin verduras en oriente? Enloquecí, pero ya era tarde. "Señor, me da cuatro perritos y una hamburguesa sin verduras".

Reacción en cadena

El simpático perrero dio un giro de 180 grados con su cabeza como para cerciorarse de que todo el mundo escucharía lo que estaba a punto de decir. Nunca entendí por qué hizo esa maldad. En el tono más alto que pudo y haciendo maromas con las carnes puestas en el asador, dijo: "No, mi amor, aquí no le echamos ni ocumo, ni auyama, ni batata a las hamburguesas". Y entonces, caí: "No estoy en Maracaibo".

Lo demás fue carpintería: el hombre soltó la carcajada y a mí no me quedó más que seguirle la corriente al gentío que se rió de mí. Verdura en este pueblo significa tubérculo, y en mi ciudad natal es todo aquello que puede ser llamado vegetal: lechuga, tomate, cebolla. Y eso que aquí lo mantengo presente para evitar esos malos ratos. De todas maneras, me comí mis perros y la hamburguesa la prepararon sin UNA SOLA VERDURITA.

CARITO

3 comentarios:

Ideas Nuevas dijo...

jejeje ay maracucha, ay maracucha. Jejeje que risa "verduras" te pasaste. Un beso cuidate

Ewdeen Chacón Ferrer dijo...

"Vida maracucha en la lejanía" Tome el título de un libro publicado por la Asociación Humboldt de Maracaibo Deustch Leben in der ferne (Vida alemana en la lejanía). Es la historia de una dama de Hamburgo que vivió por 13 años en la hipercolorida Maracaibo (1883-1896). Quienes nos hemos marchado de Maracaibo, siempre añoramos esa particularidad tan propia de nuestros coterráneos. A mime ocurrió en Caracas con "el lampazo" y con "el recao de olla". Por razones desconocidas en la capital del país, asean el piso con un "coleto", trapo que genera en mi psiquis bastante "asco". Ese maravilloso instrumento del hogar es único en la "tierra de serpientes y casacabeles", además de ser práctico es higienico y no te ensucias las manos al lavarlo, porque le balde tiene un dispositivo que al apretarlo y darle vuelta bota todo el agua sucia.

En una oportunidad quise demostrar mis habilidades culinarias, y salí a comprar los ingredientes para un suculento sancocho con bastante tropezones. Al llegar al Mercado de Guaicaipuro solicité en un puesto de "verduras" 2 kg de "recao de olla". El vendedor me miró con mucha sorpresa, porque no entendía el pedido. Me dijo: "es primera vez que me solicitan eso. Vaya y pregunte en otro puesto". Le comenté: "Ud vende eso. Observe la tabla y verá que el recao de olla es la mezcla de vegetales...ah...Ud lo que busca es "verduras" o "compuesto"...hable bien, para poder entenderle".
Sólo lo miré, me reí, y caminé hacia la carnicería para pedir la carne.Confieso que esta experiencia reafirmo la diversaida y lo plural de nuestra cultura y del patrimonio.

Edwin Chacón Ferrer. echaconf@gmail.com

Iliana Contreras dijo...

Jajajajaj estas anecdotas siempre me han parecido muy divertidas. Al igual que Ewdeen, me pasó aqui en Oriente con el "recao de olla", y como a ti, con las verduras, incluso mi familia ha reclamado porque aqui no se consiguen los panes con queso, huevo o salchiquesos. Eso sí cuidado con pedir allá un chupichupi, aqui el durofrío causó gracia, pero hasta allí. Saludos... Manikita.