sábado, septiembre 22, 2007

LO QUE ME ENCONTRÉ ENTRE CARPETAS Y POLVO...

Buscando entre papeles "muertos", resucitaron algunas fotografías de épocas
interesantes. En algunas disfruté más que en otras; en otras cometería alguna travesura, no lo sé. Véanlas y díganme si el tiempo no deja huellas...

miércoles, septiembre 19, 2007

EL CASSETTE DE KIARA

De cuando papi me destruyó el vicio de escuchar diariamente a una cantante
(Un poco largo para entrar en detalle)




En una de estas noches, mi pana Joaco se quedó a acompañarme en mis días de soledad de Juan y Camila.

No sé cuál fue la intención de mi amigo de buscar los videos de la cantante Kiara en youtube y escuchar y ver a la famosa artista interpretando temas como Descarado, Quiero Un Angel, Qué Bello y Tesoro Mío.

Así pasamos el rato, riéndonos y observando los rastros de la época ochentosa de Kiara, sus pantalones “tubitos” y la melena alborotada con un “moñete” de pollina, para estar a la moda de ese entonces (una moda que, por cierto, yo también me vacilé siendo chama).

Como siempre, me bombardearon recuerdos. Y tuvo que aparecer Joaco con aquella historia que siempre me saca cuando no tiene nada qué hacer: el bendito destrozo del cassette de Kiara que protagonizó mi papá, mientras yo pasaba con la familia un feliz fin de semana en la hacienda.

A mi papá no le hacía mucha gracia que yo fuese una de las fans número uno de la cantante, que ya se tornaba bien erótica con sus interpretaciones. El jadeo de Kiara y la profundidad de las composiciones parecían tener como destino único mujeres ya creciditas, y mi edad rondaba apenas los 12 ó 13 años.

Para mí pareció no ser problema, pues no sólo escuchaba 24 horas al día 7 días a la semana a Kiara, sino que llegó un momento en el que comencé a imitar a la cantante en cualquier rincón.

Mi padre, un poco obstinado con la situación, esperó el preciso instante para acabar de una vez por todas con lo que según él era un mal ejemplo. En cada viaje, en cada paseo, en mi casa y en la de mi abuelita Aura, el cassette de Kiara no podía faltar.

Lo recuerdo bien. Blanco, tendiendo a sucio, de tanto uso. Pero era mi desahogo. Todo, hasta que sucedió. En uno de esos días de aquel fin de semana en la finca ya tenía alrededor de 5 horas seguidas escuchando a la famosísima cantante, cuando mi padre entró molesto a la cocina.

Sólo sentí el toque del stop del aparato reproductor. ¡El cassette había saltado de susto! Posteriormente sacó la cinta, mientras me miraba enfurecido, y haló, haló, haló hasta más no poder, hasta desgastar lo último, lo que ya no quedaba, y comenzó a cortarla.

Yo, que andaba bailando en plena sala para ensayar mis imitaciones, quedé perpleja y sin voz… A decir verdad, sin ganas de nada. Papi había arruinado todas mis canciones de Kiara y lo que aun no sabe, es que puso fin a mi devoción por su música.

Jamás olvidaré esa anécdota.

CARITO

lunes, septiembre 17, 2007

EL COACH DE TODOS

El Mono González y mi recuerdo de La Cruz Grande


Cuando era muy pequeña, y aún después de grande, pensar en Margarita me ha hecho recordar con añoranza mis días junto a la familia de mi abuelo Cheo, oriundo de la Perla del Caribe. Creo que mi abuelito nunca conoció de esa emoción tan hermosa que vivimos todavía, que nos inculcó, sobre el amor hacia nuestros orígenes y todo lo que ello nos hace pensarlo.
En esa exaltación del corazón, con esa musa que se nos mezcla con el olor a espuma del mar, a agua revuelta y sal, también vienen a mi mente mis visitas a la Cruz Grande, un pequeño rincón de la isla, donde recuerdo haber estado en ciertas oportunidades.
Todavía está la casa de mi bisabuela Isidra, y la de mi tía Corina. Bajo esos mismos techos que alguna vez alimenté sueños e ilusiones mientras crecía junto a los míos, respira aún el amor de las bienvenidas y amaneceres sedientos de sol y playa.
Aunque todo parece estar estampado en una vieja fotografía, y aunque no se lo haya dicho nunca a nadie, esas escenas las mantiene vivas un personaje especial, que no dudo haya regresado a mi vida para recordarme a cada instante lo maravilloso que fue mi abuelo Cheo y todo lo importante que sigue siendo para mí.
Arnaldo González, mi tío Mono, el abuelo de todos, el pana, el pelotero, el alma de las fiestas, el centro de atención de todas mis visitas a casa de mi prima Mecoca (su hija), el amigo de más de tres generaciones, el “abuelito” de María Camila… de él hablo. Tenía que empezar por lo que más me une a su espíritu aventurero y a sus ganas de seguir presente entre nosotros.
Yo había pedido su currículo para que lo conocieran a través de estas páginas. Pero no hace falta: él es así, sencillo, amigo, cariñoso… Y debió desde siempre ser una persona muy especial porque jamás se perdió en mi memoria su calor paternal y sus ansias de seguir compartiendo esta vida.
El Mono es y seguirá siendo el coach de todos, por eso quien lo conoce bien, entiende que su lugar en esta tierra sigue siendo el corazón de cada persona que respeta y admira su huella…